-En un instante, sin dejar de bailar el vals, Reggie se vio arrastrada a traves de las puertas acristaladas, que se encontraban abiertas, hacia la terraza. No tuvo tiempo de inventar algo ingenioso antes de que Carlisle la empujara escaleras abajos y luego la llevara en volandas por los senderos, iluminados por la luz de la luna, de la rosaleda del vizconde de Raleigh.